Mujeres del Meta: Antes y Después de la Guerra

Por : Proyecto Mascapaz

Fecha: 24 Enero 2019

En 1993, Wislawa Szyborska, poeta polaca y Nobel de Literatura, escribió las primeras líneas del contundente poema: Fin y principio: Después de cada guerra/ alguien tiene que limpiar/ no se van a ordenar solas las cosas/ digo yo. 

En Colombia, la mayoría de veces ese ‘alguien’ ha sido una mujer. Una mujer que recoge los escombros después de la explosión de una granada, una mujer que levanta el cuerpo de su hijo y su esposo después de una masacre, una mujer que se repone después de las pérdidas. Una mujer. Muchas mujeres.

Según la Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas (UARIV) el conflicto armado en Colombia ha dejado más de 8 millones de víctimas y de acuerdo con su reporte: ‘Mujeres y conflicto Armado’ el 49,5% del total de víctimas son mujeres. Miles de mujeres.

Por años el departamento del Meta fue epicentro del conflicto armado. Hoy 3 mujeres líderes de este departamento y beneficiarias del proyecto Macarena Sostenible con Más Capacidad para la Paz - Mascapaz del Fondo Europeo para la Paz de Colombia de la Unión Europea reciben asistencia técnica en sus fincas, participan de espacios de diálogo y talleres de comunicación y conversan sobre el antes y el después del conflicto armado en sus vidas y su territorio.

EDNA:  “En el campo se trabaja igual como hombre o mujer”

“Mis hijos estudiaron aquí en el caserío. Aquí todos los días había combates. Uno miraba salir al niño de la escuela pasar a la casa y las balas le pasaban por el lado. Hoy en día no… ¡Relajado! ¡Imagínese si ahora hay turismo! Yo aquí soy muy feliz porque respiro aire fresco, aunque sufro del corazón y créame que aquí no… yo camino… En algún tiempo no tenían en cuenta las labores de nosotras las mujeres. Las mujeres trabajamos igual… En el campo se trabaja igual como hombre o mujer. Yo si quisiera que mis nietos crecieran en un campo libre, en un campo lleno de paz, donde se respire paz, salud. Crecer en ese ambiente de campo, porque el campo no debe cambiar, debemos meterle la ficha para que esto quede como el campo que es… Claro, con más profesionales, que nuestros hijos sean los profesionales que manejen el campo”.

MARÍA EUGENIA: “Se nos ha quitado tantico el miedo”

“Cuando me junté con mi esposo yo tenía 16 años y él 30. Yo llegué muy joven aquí, juntos llegamos a trabajar, no teníamos sino el día y la noche. No teníamos nada. Llegamos a trabajar. Tal vez por mi edad yo era muy sumisa, era lo que él dijera. Yo iba a salir a donde la vecina, y le decía “¿amor me deja salir ahí donde la vecina un rato?”, para todo pedía permiso. Todavía hay mujeres así. Cuando yo le pedía permiso él no me decía: ‘no vaya’. Ahorita yo no pido permiso. Yo vine a despertar cuando ya era una adulta y me metí en este cuento. Yo hago un trabajo comunitario porque soy presidenta y trabajo con la comunidad. Ahorita que se nos abre esta esperanza con el proceso de Paz, esto nos da ilusiones de trabajar, porque se nos ha quitado tantico (sic) el miedo, por la extralimitación que teníamos. Antes del Proceso de Paz nosotros no podíamos hacer mayor cosa. Si uno era muy salido para la parte del pueblo o las ciudades había presión y si uno era allegado a las FARC pues lo tildaban de guerrillero, siempre había ese conflicto tan berraco. Ahora con el proceso de paz todo es más abierto podemos todos reunirnos en un mismo sitio, trabajar en proyectos”.

MARTHA LILIA “Nuestro compromiso es que esa violencia contra la mujer no se repita”

“Somos diez mujeres que estamos con la iniciativa de desglosar la política pública en el municipio de Vistahermosa a través del Proyecto Mascapaz. Lo necesitamos porque la mujer siempre ha sido el botín de guerra… desde nuestros cuerpos en adelante, algo que nosotras no podemos ni siquiera explicarnos, aún tenemos que guardarlo, tenemos que aprender a ser felices con nuestro dolor y seguir adelante con nuestro dolor. Gracias a Dios, gracias a la tenacidad que tenemos podemos vivir con el dolor, podemos seguir adelante, para que eso no se repita. Trabajamos en la política pública porque nuestro compromiso es que esa violencia contra la mujer no se repita. Sabemos que en las áreas de tecnología estamos muy atrasadas, la idea es aprender aquí con los talleres de comunicación del proyecto y replicar”.

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El poema de Szyborska termina: En la hierba que cubra/ causas y consecuencias/ seguro que habrá alguien tumbado/ con una espiga entre los dientes/ mirando las nubes. Ellas esperan que ese ‘alguien’ mirando las nubes sea una mujer.